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martes, 28 de febrero de 2012

El final





Ya las luces se fueron apagando, comenzó a reinar el silencio, solo roto por alguna tos esporádica, o los pasos del guardia. Recostado, la vista fija en el techo, como cada noche, urdiendo un plan estaba Lucho, nunca se daría por vencido, debía salir de allí. Cuatro años era mucho tiempo, y aún le faltaba purgar más de veinte.
 Recuerda aquella noche, era un trabajo fácil, hasta que tropezó con un mueble, no sabia que en el piso de abajo dormía el muchacho. Y después, la confusión, apareció de repente, se trabaron en lucha, el no quiso hacerlo, pero al caer hacia atrás el golpe fue mortal, no alcanzó a huir, los patrulleros ya estaban allí, alguien los había alertado. Fue fácil para ellos, el nunca usó un arma, para colmo estaba asustado.
Nadie creyó en su inocencia, el juicio fue rápido, le dieron veinticinco años, cuando salga en libertad va a estar pisando los sesenta, no lo puede creer.

La soledad lo esta enloqueciendo, nadie viene a visitarlo. “Ella”, ¿Dónde estará? Pensar que le juró fidelidad, eso si, cada vez quería más y más, el nunca se negó. Aún así no se conformaba.
 Con el producto de este trabajito pasarían unos días en la costa. Ella quería conocer el casino, así podía estrenar el documento, era nuevecito. Cierra los ojos y la recuerda, era tan delgada, con el cabello castaño y largo, le llegaba hasta la espalda. El Laucha se la quiso quitar, ¡que paliza se comió! Con la vieja y con la mina no se jode. ¿Qué hará ahora? Del laucha tampoco sabe nada, la vieja pobre, estaba mal, y con lo de el se puso peor, la hermana no lo habla, los “amigos” no quieren quedar pegados, así que ninguno se asoma.
La vieja, (recuerda) siempre me decía; “Luchito, estudia, para que puedas tener un futuro”.

El Cacho siempre tenia plata, me regalaba fasos, pagaba la birra y alguna joda con esas amigas de el. ¡Que bien la pasábamos! El día que me pidió que lo acompañe, vi que era fácil, no había nadie, hicimos rápido y nos quedó mil y pico a cada uno. Desde entonces siempre lo seguí, hasta que me enganche con ella, al Cacho no le gustó, cuando me lo dijo, me enojé. “-Hace lo que quieras”, me dijo, y se borró.
Tenia razón el Cacho.
Es larga la noche. Daría cualquier cosa por un faso.
-¿Quién es el que tose?, ¡como jode!
Poco a poco lo invade el letargo.

Esa mañana, en el patio, charlando con el veterano, (ya llevaba mas de veinte adentro, y tenia perpetua) le contó que bajo la lavandería, pasaba un túnel. Era un desagüe, viejo y peligroso, no sabía bien donde salía, pero seguro que fuera de los muros. Alguien le había contado, que bajo una de las lavadoras, había una tapa, por allí se ingresaba, era oscuro y bastante estrecho, nadie se había animado.
Cuando pudo ir a la lavandería vio la tapa, la pata de una de las máquinas estaba sobre ella y por un agujero drenaba el agua de la misma. Esta era pesada, pero si conseguía una barreta podría moverla, no eran más de veinte centímetros.
No iba a ser fácil, pero estaba seguro que lo iba a intentar.

Pasó dos meses estudiando el terreno, la rutina de los guardias, donde se podría esconder, y hasta probó mover la máquina, (no era tan pesada) el problema era la cañería de agua, pero ya lo resolvería.
Con una sonrisa de triunfo volvió a su celda.

La suerte estaba de su lado, un día, la vibración aflojo las tuercas y comenzó a gotear, lo enviaron a buscar una llave y ajustar las pérdidas, puso cara de desgano y fue. Hacia calor, el aire estaba pesado, se avecinaba una tormenta, el guardia ademas de molesto estaba adormilado, no notó que el se escondió bajo una pila de ropa, tampoco notó que no había devuelto la enorme llave, permaneció escondido hasta que este se retiró y cerró la lavandería.
Con mucho sigilo, cerró el paso del agua, tratando de no hacer ruido, aflojo las tuercas, tras sacar el caño utilizó la misma llave de palanca y gracias al jabón que cubría el piso, la máquina se deslizó sin ruido.
La tapa era pesada, y le costó trabajo moverla, el tronar de la tormenta impidió que escucharan sus ruidos, a poco comenzó a diluviar.
¡Que extraño! ¿No habrían detectado su ausencia?
Se deslizó hacia el túnel, era estrecho y resbaladizo, tendría unos treinta centímetros de agua, que se movía con rapidez.
En cuclillas avanzó en la oscuridad, se topó con un sin fin de cosas que arrastraba la corriente, bordes filosos lo lastimaban, ansiaba ver un reflejo de luz mas adelante, pero no se notaba nada.
Ese extraño rumor que sintió a sus espaldas lo preocupó, para colmo cada vez era más fuerte, trató de apurarse, avanzo a tientas hasta que su cabeza chocó contra algo firme. Sus manos reconocieron una reja, y varias cosas que iban quedando atrapadas contra la misma. El rumor ya casi estaba sobre el, y era muy fuerte, entonces comprendió. La tormenta.
Era tarde para regresar, el aluvión lo golpeo con fuerza, desesperado trato de huir, pero no había donde. Poco a poco sus pulmones quedaron sin aire, y fue entonces que comenzó a sentir esa extraña libertad, ya no estaba preso, solo su cuerpo inerte quedo allí.
Era libre al fin, los barrotes no pudieron retener su alma.


4 comentarios:

  1. Un relato angustiante de una situación que se da dentro y fuera de las cárceles. El ansia de libertad vence todas las barreras. Muy buena historia, Alberto.

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  2. Gracias Hugo, me puse en la piel del personaje y sentí que haría cualquier cosa por salir.

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  3. Excelente relato! Sé que hay público abundante para los cortitos, rebosantes de humor e ironía, pero yo soy de los cuentos más largos, entre otras razones porque mientras mejor me cae el autor, más me gusta estar con su obra, y en parte porque aumentan mis conocimientos idiomáticos, ya que me veo forzado a buscar el diccionario para entender palabras como vieja, mina, hace, laucha, faso, que son diferentes a las que usamos en el terruño venezolano. Un cordial saludo! Lobigus

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  4. Gracias Gustavo, que bueno tu comentario. Esto de los modismos siempre es un problema, dado que en los diccionarios a veces no figuran.
    En mis relatos trato de respetar la manera del lugar en que se desarrolla la escena, si es rioplatense utilizo el lunfardo, en los relatos camperos los que pude aprender en mi paso por el campo.
    Te dejo un abrazo.

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