El espejo
La música lo atrapaba, con sus escasos años, parado frente
al espejo, se desgañitaba entonando los temas que en la radio escuchaba. Sus
padres lo miraban y además de alentarlo, le proponían temas.
Quiso aprender a tocar guitarra, era difícil superar la
falta de convicción al estudio, pero de a poco fue logrando acompañarse y sus
entonación mejoró. Del grupo de amigos que se reunían a cantar casi siempre en
la playa, pasó a un grupo de melómanos , aprendió síncopa, a cantar en segunda
y tercera voz, alguien lo invitó a unirse a un grupo, pero con tantas
individualidades distintas, siempre era motivo de roces, y poco tiempo después
ya todo había concluido.
Luchador como era, no cejaba en emprender nuevos caminos,
cambió de estilo, entró en un concurso de nuevos valores, aunque no ganó, tan
mal no le fue. Alguien le propuso actuar en un lugar de primer nivel, claro, la
presencia era importante, había que invertir en ropa, así que tuvo que gastar
lo que le quedaba, era una noche muy especial.
La noche fue pasando, cada artista actuó, el horario se
extralimitó y tuvo que soportar la humillación de quedar afuera. En esta lucha tan
despareja, el éxito es muy costoso. Cada vez con menos opciones fue abandonando
de a poco el proyecto y sus sueños de fama, sin embargo, aceptó la invitación
de un amigo de ir a probar suerte en Europa, de paso conocerían el continente. Con
muy poco conocimiento de idiomas vagaron haciendo amistades con otros soñadores,
perdedores como ellos. El tiempo pasó.
Hoy está parado en medio del escenario, las luces lo queman,
el aplauso de miles de personas lo aturde, cierra los ojos y recuerda el largo
camino recorrido, los obstáculos que hubo que sortear, estos últimos años de
fama y giras interminables, dos gotas de orgullo escapan de sus ojos.
Y recuerda a aquel niño, al que sólo le falta el espejo…
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