¿Por que me miras así?
¿Qué ocurre?... ¿acaso me has olvidado? has crecido y no me
necesitas, ahora tienes quien te escuche, pasaron tantos años… quizás no
recuerdes cuando abrazado a mí te dormías, yo velaba tu sueño, en aquel momento
era importante para ti.
Después a medida que
crecías, poco a poco te fuiste alejando,
cada tanto me acariciabas y una sonrisa me decía que seguía siendo aquel que
fui, observaba grandes cambios en ti, yo, siempre igual, te miraba, con la
misma expresión, nunca la cambié, alguna de tus amigas me mimaban y me halagaban,
algo de mí les gustaba, cuántas veces me brindaron el calor de un abrazo, y
hasta algún beso.
Hoy vi llegar a tu sobrina, esa que tanto adoras, una muñeca
con escasos tres años, unos ojos inmensamente celestes, los bucles que caen
sobre su rostro, me mira arrobada, vos sonreís, la tomas en tus brazos, ella se
abraza a tu cuello y te aprieta con fuerza, algo le decís, está feliz, ambos se
acercan a mí, siento el calor de tu mano, elevándome.
Depositas la nena en el piso y a mí en sus brazos, puedo
sentir como late su corazón, se que me alejo para siempre de vos.
Pero debo de seguir mi destino de muñeco…
Muy lindo, Moli, muy tierno relato. Ojalá siguiera ese pasaje de generación en generación, de los juguetes entrañables, y que no muera todo bajo la tecnificación.
ResponderEliminarSuena muy romántico, lástima que esta generación este tan alejada de aquellos valores que conocimos y disfrutamos.
ResponderEliminarUn abrazo amigo.
Historia de un tiempo que se fue. hoy los niños exigen el juguete que les incitan a comprar desde los maratónicos programas infantiles del cable...
ResponderEliminarSi te tomas el trabajo de ver "Maravillarse", un post perdido de febrero en mi blog, quizás vuelvas a sentir lo que menciona este juguete de tu cuento...
Que -además- está muy bueno.
Gracias por tu visita Arturo, para nuestra generación los juguetes tenían otro sentido, al igual que nuestra niñez.
EliminarEso, ya pasó...
Precioso relato, Moli. Me gustó mucho. Y me ha recordado que tengo un tren eléctrico que estás deseando salir de su polvoriento encierro. Gracias por el cuento, amigo. Un abrazo.
ResponderEliminarA veces sin quererlo pequeñas cosas nos retrotraen a aquella niñez que quedó tan lejos.
ResponderEliminarGracias amigo.
Un abrazo.
Los juguetes guardan momentos nuestros allí, en su silencio, ellos son testigos mudos de nuestras alegrías, de nuestras tristezas, de nuestros sentimientos y más de uno ha sabido guardar el secreto de alguna confesión que muy íntimamente le hemos confiado...
ResponderEliminarMe ha encantado este relato, me ha trasladado a mi niñez, de la cual aún conservo varios de esos mudos testigos y confidentes y en mis momentos de soledad les sigo contando secretos, estoy segura que aún, a pesar de los años transcurridos, me siguen escuchando.
Besos.
Gracias amiga, a veces miramos en nuestro interior y aparece aquel niño olvidado que nos trae hermosos recuerdos.
EliminarTe dejo un fuerte abrazo.
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