El crujir de la ventana rompió el silencio, afuera la
negrura de la noche impresionaba, aterrado pude ver una sombra furtiva penetrar
por la misma.
Instintivamente me tape con las sábanas, como si eso me
protegiera, un sudor frío corría por mi espalda. Mis manos temblorosas buscaron
algo sobre la mesa de noche, pero allí nada había, su sombra se agrandaba en la oscuridad, un
leve brillo delató el arma que llevaba en su mano derecha, un extraño sonido
atronó la habitación.
Vi con desesperación que se dirigía hacia mí, pude ver el
brillo de su mirada, su sonrisa socarrona, la cicatriz en su mejilla izquierda,
hasta el aro con forma de calavera que colgaba de su oreja.
Ya casi sobre mi, alzo su mano y pude ver claramente el
puñal. Desesperado cerré los ojos, y rogué ayuda al ser supremo. Mi mano que
aún buscaba sobre la mesa de noche, tocó algo grande y frío, al instante supe
que era mi salvación. Sin dudarlo, lo así con fuerza, y le apunte. Fue sólo un
instante, sin pensarlo… apagué el televisor.