Ya las luces se fueron apagando, comenzó a reinar el
silencio, solo roto por alguna tos esporádica, o los pasos del guardia.
Recostado, la vista fija en el techo, como cada noche, urdiendo un plan estaba Lucho,
nunca se daría por vencido, debía salir de allí. Cuatro años era mucho tiempo,
y aún le faltaba purgar más de veinte.
Recuerda aquella
noche, era un trabajo fácil, hasta que tropezó con un mueble, no sabia que en
el piso de abajo dormía el muchacho. Y después, la confusión, apareció de repente,
se trabaron en lucha, el no quiso hacerlo, pero al caer hacia atrás el golpe
fue mortal, no alcanzó a huir, los patrulleros ya estaban allí, alguien los
había alertado. Fue fácil para ellos, el nunca usó un arma, para colmo estaba
asustado.
Nadie creyó en su inocencia, el juicio fue rápido, le dieron
veinticinco años, cuando salga en libertad va a estar pisando los sesenta, no
lo puede creer.
La soledad lo esta enloqueciendo, nadie viene a visitarlo. “Ella”,
¿Dónde estará? Pensar que le juró fidelidad, eso si, cada vez quería más y más,
el nunca se negó. Aún así no se conformaba.
Con el producto de
este trabajito pasarían unos días en la costa. Ella quería conocer el casino,
así podía estrenar el documento, era nuevecito. Cierra los ojos y la recuerda,
era tan delgada, con el cabello castaño y largo, le llegaba hasta la espalda.
El Laucha se la quiso quitar, ¡que paliza se comió! Con la vieja y con la mina
no se jode. ¿Qué hará ahora? Del laucha tampoco sabe nada, la vieja pobre, estaba
mal, y con lo de el se puso peor, la hermana no lo habla, los “amigos” no
quieren quedar pegados, así que ninguno se asoma.
La vieja, (recuerda) siempre me decía; “Luchito, estudia,
para que puedas tener un futuro”.
El Cacho siempre tenia plata, me regalaba fasos, pagaba la
birra y alguna joda con esas amigas de el. ¡Que bien la pasábamos! El día que
me pidió que lo acompañe, vi que era fácil, no había nadie, hicimos rápido y
nos quedó mil y pico a cada uno. Desde entonces siempre lo seguí, hasta que me
enganche con ella, al Cacho no le gustó, cuando me lo dijo, me enojé. “-Hace lo
que quieras”, me dijo, y se borró.
Tenia razón el Cacho.
Es larga la noche. Daría cualquier cosa por un faso.
-¿Quién es el que tose?, ¡como jode!
Poco a poco lo invade el letargo.
Esa mañana, en el patio, charlando con el veterano, (ya
llevaba mas de veinte adentro, y tenia perpetua) le contó que bajo la
lavandería, pasaba un túnel. Era un desagüe, viejo y peligroso, no sabía bien
donde salía, pero seguro que fuera de los muros. Alguien le había contado, que
bajo una de las lavadoras, había una tapa, por allí se ingresaba, era oscuro y
bastante estrecho, nadie se había animado.
Cuando pudo ir a la lavandería vio la tapa, la pata de una
de las máquinas estaba sobre ella y por un agujero drenaba el agua de la misma.
Esta era pesada, pero si conseguía una barreta podría moverla, no eran más de
veinte centímetros.
No iba a ser fácil, pero estaba seguro que lo iba a
intentar.
Pasó dos meses estudiando el terreno, la rutina de los
guardias, donde se podría esconder, y hasta probó mover la máquina, (no era tan
pesada) el problema era la cañería de agua, pero ya lo resolvería.
Con una sonrisa de triunfo volvió a su celda.
La suerte estaba de su lado, un día, la vibración aflojo las
tuercas y comenzó a gotear, lo enviaron a buscar una llave y ajustar las
pérdidas, puso cara de desgano y fue. Hacia calor, el aire estaba pesado, se
avecinaba una tormenta, el guardia ademas de molesto estaba adormilado, no notó
que el se escondió bajo una pila de ropa, tampoco notó que no había devuelto la
enorme llave, permaneció escondido hasta que este se retiró y cerró la
lavandería.
Con mucho sigilo, cerró el paso del agua, tratando de no
hacer ruido, aflojo las tuercas, tras sacar el caño utilizó la misma llave de palanca
y gracias al jabón que cubría el piso, la máquina se deslizó sin ruido.
La tapa era pesada, y le costó trabajo moverla, el tronar de
la tormenta impidió que escucharan sus ruidos, a poco comenzó a diluviar.
¡Que extraño! ¿No habrían detectado su ausencia?
Se deslizó hacia el túnel, era estrecho y resbaladizo,
tendría unos treinta centímetros de agua, que se movía con rapidez.
En cuclillas avanzó en la oscuridad, se topó con un sin fin
de cosas que arrastraba la corriente, bordes filosos lo lastimaban, ansiaba ver
un reflejo de luz mas adelante, pero no se notaba nada.
Ese extraño rumor que sintió a sus espaldas lo preocupó,
para colmo cada vez era más fuerte, trató de apurarse, avanzo a tientas hasta
que su cabeza chocó contra algo firme. Sus manos reconocieron una reja, y
varias cosas que iban quedando atrapadas contra la misma. El rumor ya casi
estaba sobre el, y era muy fuerte, entonces comprendió. La tormenta.
Era tarde para regresar, el aluvión lo golpeo con fuerza,
desesperado trato de huir, pero no había donde. Poco a poco sus pulmones
quedaron sin aire, y fue entonces que comenzó a sentir esa extraña libertad, ya
no estaba preso, solo su cuerpo inerte quedo allí.
Era libre al fin, los barrotes no pudieron retener su alma.